Históricamente, en el mundo del fútbol se han ido incorporando con fuerza actores de diferente índole entre los que se encuentra el entrenador de porteros (EDP). Aunque su figura es relativamente reciente, cada vez es más habitual verle en los entrenamientos y los partidos.
Tal y como reseñamos en el libro “En la mente del portero” (Sanmiguel y Gutiérrez-Martínez, 2021), no ponemos en duda la necesidad del EDP dentro de un Club-Equipo, la cual dábamos por supuesto al poder desarrollar múltiples funciones específicas descritas en la obra. Así, aprovechamos este artículo para profundizar en el tema recogiendo en los siguientes tres puntos diferentes competencias que justifican la importancia de su trabajo: el rol del portero dentro de un equipo y la necesidad de un EDP en su entrenamiento; el papel del EDP como experto en la materia; y el EDP como complemento imprescindible al trabajo del portero con el resto del equipo.

Imagen: el modelado es una competencia que puede asumir el EDP
El rol del portero dentro de un equipo y la necesidad de un EDP en su entrenamiento
Se puede discutir la afirmación que hacemos, pero tiene su lógica; si la misión fundamental de un portero como último “bastión” del sistema es defender la portería utilizando para ello todo su cuerpo –es el único que puede tocar el balón con las manos sin ser penalizado en determinadas circunstancias–, su responsabilidad y rol será diferente al del resto del equipo. De ahí que lo consideramos “el especialista” por antonomasia, pues difícilmente otro compañero podrá desarrollar muchas de sus competencias sobre el campo.
Por este motivo, creemos que es necesario llevar a cabo un entrenamiento específico que prepare al que es quizá, el jugador más determinante en un partido atendiendo las consecuencias del acierto-error; un portero puede estar sin intervenir directamente con el balón muchos minutos y convertirse, con una sola acción, en el protagonista de la jornada.
A veces se habla de la “soledad” del portero, algo que no compartimos ni “física” ni “espiritualmente” si el trabajo de base es adecuado teniendo mucho que decir aquí el EDP. Físicamente el portero se integra dentro de un sistema dinámico que le hace ser siempre partícipe del juego, ya sea de una forma más o menos directa en relación con el balón. Recordemos al respecto la importancia que dábamos en el libro a desarrollar a través del entrenamiento específico el conocimiento en sus diferentes niveles, los cuales vinculábamos a la percepción y toma de decisiones: conocimiento procedimental –práctico–, conocimiento declarativo –teórico– y conocimiento metacognitivo –uso y control de los dos anteriores–. Como decíamos, este aprendizaje integral favorece la lectura eficaz del juego en los distintos planos de intervención. De su interpretación dependerán sus actos, siendo las acciones preventivas (valga el caso de las directrices que da a sus compañeros u otras propias de un "jugador de campo" como una cobertura a un balón largo a la espalda de la defensa) las más eficaces. En este sentido, su privilegiada posición –mantiene normalmente una visión periférica de todo lo que ocurre sobre el campo– y sus largos momentos para reflexionar –favoreciendo así el pensamiento estratégico– le convierten en un elemento clave.
Además, si se ha educado bien al equipo –el EDP participará de forma activa en este proceso–, el portero no tiene por qué sentirse moralmente aislado pues todos deben comprenderlo, respetarlo y ayudarlo en la medida de lo posible (y no nos referimos a la típica palmadita en la espalda tras cometer un error). Así, sus compañeros han de comprender la dificultad que entraña el rol que desempeña el portero, teniendo en cuenta el margen de error y sus consecuencias. De ahí, que en el libro destaquemos la importancia de que todos los jugadores del equipo se pongan en alguna que otra ocasión bajo palos, sobre todo en las primeras etapas de la formación deportiva; este hecho favorecerá aspectos como la empatía del grupo o la correcta elección de la posición (uno puede descubrir los encantos de ser portero con una grata experiencia). Por desgracia, se sigue viendo como muchas veces al describir un sistema se le ignora (valga lo de jugar con un “4-4-2”).
Desde esta perspectiva –el portero como especialista–, la figura del EDP tiene un primer aval como pieza fundamental en el trabajo del portero. Por ello, y según el modelo horizontal de enseñanza que propugnamos en el libro, a partir de la etapa de especialización (12-14 años) tendrá un papel principal a la hora de sistematizar deliberadamente en el entrenamiento las prácticas del portero. En este sentido, recordemos que el EDP empleará planos de intervención y unidades de acción que favorezcan tanto la codificación y representación de la información, como el uso de los patrones motrices más adecuados (gestos técnicos). Es decir, promoverá recursivamente tanto el aprendizaje implícito como el explícita a través de ejercicios, actividades y tareas que asocien patrones táctico-técnicos propios de la demarcación.
El entrenador de porteros como experto en la materia
Cuando en el Primer Capítulo del libro describimos qué es un experto, asumimos sus conocimientos en una materia específica. Este hecho engloba muchos matices que queremos desgranar a continuación. Por una parte, y “por más que parezca obvio, el entrenador de porteros debe saber de fútbol” (Sanmiguel y Gutiérrez-Martínez, 2021; pág. 29). “Saber” desde una perspectiva amplia que le permita descender desde lo general a lo específico; es decir, debe de entender cómo se integra el portero dentro de un equipo a través de sistemas que se superponen (microsistema –duelos individuales–, mesosistema –duelos con pocos participantes– y macrosistema –grandes duelos–). Aquí el saber “sobre” y “a través” del fútbol es fundamental, en cuanto que abarca a la parte más reflexiva de lo que acontece sobre el terreno de juego; conocimientos que debe aprovechar para maximizar el potencial de sus pupilos.
Para interpretar de forma oportuna la realidad, aludíamos a la "fenomenología" como la observación sin prejuicios ni categorías previas que condicionen el juicio (Sanmiguel y Gutiérrez-Martínez, 2021; pág. 57. Cuadro 1.5). Algo que depende tanto de la actitud, como de la aptitud. Respecto a la actitud, es importante no atribuir un error a una condición & prejuicio; por ejemplo, cometer un error en una acción de balón aéreo no tiene por qué significar que es débil en esta faceta del juego (el fallo puede ser consecuencia de múltiples factores). En relación a la aptitud, los procesos de estudio y experiencia del entrenador en relación a los ámbitos de competencia –táctico, técnico, físico y psicológico- será clave. Por ejemplo, en cuanto a favorecer la calidad motriz tendrá que conocer aspectos vinculados a las Capacidades Perceptivo-Motrices (esquema corporal, lateralidad, equilibrio y coordinación) y las Capacidades Físicas (fuerza, velocidad…), las cuales dan sustento a la habilidad o gesto técnico. Incluso de forma más concreta, dentro de este ámbito de competencia es conveniente un mayor dominio de aspectos relacionadas con la biomecánica (para explicar la eficacia motriz); las vías metabólicas y su incidencia en el tipo de esfuerzo; o los fundamentos, clasificaciones, metodologías y evaluación de la fuerza. Si este u otros conocimientos son limitados, será preciso apoyarnos con expertos en esa área.
Además, este conocimiento experto –que recordemos, desciende del conocimiento general del fútbol al conocimiento específico de una posición– debe ponerse al servicio del cuerpo técnico para solucionar problemas generales del juego (valga desarrollar aplicaciones donde se integra todo el equipo) e implementar el trabajo llevado a cabo con el resto del equipo; por ejemplo, a un EDP se le puede asignar la estrategia de las acciones a balón parado (situación real que tomamos de un amigo EDP). En todo caso, para poder alcanzar mayores cotas de autonomía y ampliar el rango de acción en su trabajo será preciso atesorar estas virtudes, lo que seguramente permita aumentar la confianza y respeto profesional de sus "colegas". Alejar la visión que muchas veces se tiene del EDP como la persona que se limita a practicar con el portero un "rato" cuando el equipo no lo necesita. depende en gran medida de esto.
A nivel de Club, la figura del EDP ayudará tanto en la asesoría como en la captación de talentos, logrando ofrecer muchas otras prestaciones que darán un valor añadido a la institución. Por ejemplo, se puede aprovechar su presencia en las Jornadas Formativas que suelen promover los Clubs para tratar diferentes temas, siendo muy interesante el de la influencia de la familia en el entorno del jugador. Este tipo de iniciativas son de gran interés puesto que sirven para crear sinergias positivas en la conciencia individual y colectiva; “apoyar no es presionar”, algo que es necesario que comprendan todos los participantes implicados en la educación del futbolista.
Para finalizar este punto dedicado al EDP como experto, respondemos a una pregunta típica ¿Se puede ser un buen EDP sin haber sido portero? O lo que es lo mismo; ¿es mejor tener como EDP a un “ex” bajo palos? Lo cierto es que, si bien en ambos casos se puede ser un buen EDP, la experiencia es un grado en cuanto a la transmisión de vivencias (como mentor) y la sensibilidad para comprender ciertas "sensaciones" adheridas al cargo.
Con todo ello, vemos como el EDP como experto vuelve a tener protagonismo dentro del Club-Equipo, siendo otro aval para contar con su presencia.
El EDP como complemento imprescindible al trabajo del portero con el resto del equipo
Normalmente, la participación directa del portero en el juego dentro del trabajo que lleva a cabo con el resto del equipo es reducida. Bien porque el entrenador principal en la propia planificación de muchas prácticas no integra su figura; bien porque si lo hace, con frecuencia suele ser dentro de planos de intervención muy amplios (tareas o aplicaciones). Lo cierto es que por uno u otro motivo (seguramente hay muchos más), en un día de entrenamiento sus experiencias directas con el balón pueden resultar realmente pobres.
Por ello, el papel del EDP como complemento de la preparación de sus pupilos será clave, ya que a través del trabajo específico que desempeña conseguirá sistematizar de forma deliberada y recursiva muchos de los principios tácticos-técnicos que se desarrollan en planos de intervención reducidos (ejercicios y actividades). A la postre, este tipo de conocimientos de carácter eminentemente práctico es el que marca la diferencia.
En definitiva, este es otro argumento que se suma a los anteriores para dar fuerza a la importancia de la incorporación del EDP al mundo del fútbol. Nosotros hemos analizado algunos de ellos, peros seguro que hay muchos otros que hacen su labor aún más necesaria.
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