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Metodología para el Entrenamiento Específico del Portero: una propuesta teórico-práctica

Foto del escritor: Jorge Sanmiguel Jorge Sanmiguel

Actualizado: 21 may 2021

Al hablar de Metodología, sencillamente nos referimos al CÓMO proceder; es decir, el camino adoptado para alcanzar los objetivos propuestos. En cierto modo esto supone articular los conocimientos y recursos disponibles (personales, espaciales, temporales…) dentro de un proceso, el de enseñanza-aprendizaje, que puede desarrollarse de múltiples formas según el protagonismo que adquieran los participantes. Sobre este tema podríamos profundizar ampliamente (en el libro “En la mente del portero” así lo hacemos), pero en este artículo nos vamos a centrar en los 5 parámetros que a nuestro entender definen la estructura a tener en cuenta en el entrenamiento específico del portero: los planos de intervención, las unidades de acción, las claves del juego, la lógica interna del juego y los medios de entrenamiento.


Pero, antes de nada, queremos destacar la importancia de 4 preguntas que todo entrenador debe hacerse a la hora de intervenir con sus porteros, pues sus respuestas darán sentido precisamente al cómo articular estos parámetros: quién respecto a las características de los participantes; qué acorde a los objetivos planteados; cuándo referente al “timing” de la intervención; y por qué aludiendo a la base que sustenta la práctica. En este sentido, para dotar de criterio lo que se hace sobre el campo será necesario atesorar conocimientos de varias disciplinas; o al menos disponer de un asesoramiento adecuado respecto aquello que se tenga menos control. En nuestro caso, los planteamientos que vamos a realizar a continuación se apoyan en la psicología cognitiva y sus implicaciones en la percepción, la interpretación (implícita y explícita) y la toma de decisión que lleva a actuar al portero de una forma determinada según la situación a la que se enfrenta.


El primer parámetro clave a nivel metodológico es el plano de intervención donde se desarrolla la acción. En portería destacan las áreas al ser el lugar de mayor influencia; donde normalmente se define el resultado de un partido. En este sentido, algunas variables a considerar en el trabajo estarán vinculadas a la densidad y el nivel de incidencia de los participantes en el juego dentro de un espacio determinado (en las áreas se ejecutan la mayoría de los tiros). Así, la disposición del balón, los rivales y los compañeros respecto a la portería marcará el tipo de duelo (micro-meso-macro). Como es lógico, según se presenten ciertas variables como, por ejemplo, la distancia, el ángulo y la potencia de un tiro, tanto el tipo y número de opciones de respuesta como los recursos para detener el balón serán diferentes. De la misma manera ocurre en situaciones reducidas en ataque o defensa (por ejemplo, 2x2 o 1x2) donde el portero tendrá que coordinarse con sus compañeros de cara a verse beneficiado (o no). Todo esto repercutirá en el nivel de incertidumbre; es decir, la dificultad para percibir y decidir en base a las opciones de respuesta.


El segundo parámetro está directamente relacionado con el primero. Así, las unidades de acción definen la forma en que se configuración las conductas, atendiendo para ello un determinado instante, momento o fase del juego. De ese modo, la dimensión del plano de intervención en la que se integra significativamente el portero dentro de un sistema (y sus circunstancias…) marcará la exigencia de la adaptación y la especificidad de la técnica empleada; ciertos patrones de comportamiento dependerán de la familiaridad de las situaciones (capacidad para reconocer, diferenciar, transferir… la información), de ahí la importancia de trabajar de forma recursiva determinadas acciones propensas a darse en los partidos. Siguiendo con el ejemplo anterior, si el tiro es a poca distancia, con un ángulo reducido y va raso al suelo, las posibilidades de utilizar los pies para detener el balón serán altas.


El tercer parámetro que define la estructura del entrenamiento son las claves del juego las cuales “constituyen las fuentes de información que el portero ha de codificar, manipular y relacionar con los objetivos del juego para dar sentido a los acontecimientos” (Sanmiguel y Gutiérrez-Martínez, 2021). Como decíamos antes, la disposición de los compañeros, los rivales y el balón será “clave” para el portero, teniendo siempre como referencia la portería y las áreas. Siguiendo con el ejemplo del tiro, la posición y distancia donde se realiza incidirá directamente en el ángulo a cubrir en portería. De ahí la importancia de trabajar siempre que se pueda durante el entrenamiento específico bajo ciertas condiciones para que las reacciones bajo palos sean “lógicas”. Y es esta lógica del juego la que marcará buena parte del método. Para actuar de forma consecuente será fundamental practicar durante la semana acorde a estímulos que aparezcan en la forma y el orden en que lo hacen en los partidos (perspectiva contextualizada y “ecológica”). Para ello se tomarán como referencia “situaciones tipo” (valga tiros, centro y remates…) donde se irán modificando progresivamente algunas de estas “claves” (distancia, potencia y dirección del balón en un tiro…) para crear nuevas configuraciones. Todo esto permitirá ampliar el repertorio de representaciones mentales (crear, afianzar, ajusta o modificar patrones asociados a conductas), las cuales determinarán la intención táctica del portero (el objetivo y el plan de acción escogido en cada situación para resolver un problema) y, por ende, su proceder. Si nos acogemos de nuevo al ejemplo del tiro, la predisposición a afrontarlo de una determinada manera condicionará desde la posición del cuerpo en cada momento hasta el gesto técnico empleado.


Por último, nos referimos a los medios de entrenamiento como el formato en que se desarrollan los contenidos, siendo el juego por su “naturaleza” para el aprendizaje “lúdico” nuestro marco de referencia (la motivación facilita la adquisición de nuevos “saberes”). Así, según el tipo de juego lo consideraremos: un ejercicio aludiendo a un microsistema donde se recoge un instante determinado del juego; una actividad entendida como un mesosistema que abarca un momento determinado de un lance; o una tarea la cual se presenta a través de un mesosistema donde una fase del juego puede incluir momentos en ataque y defensa. Aquí el entrenador de porteros tendrá una importante labor creativa, pues deberá diseñar juegos que permitan alcanzar con la mayor eficacia posible los objetivos propuestos, teniendo para ello en consideración todos los parámetros que hemos descrito. De nuevo aludiendo al caso de los tiros, si queremos que sean rasos, potentes, con poco ángulo, y corta distancia (“tiros escorados”), se favorecerán el contexto para que esto ocurra muchas veces. Para lograr esto se pueden adoptar diferentes medidas: reglar el juego, seleccionar planos de intervención reducidos e incertidumbre limitada, plantear una oposición determinada…


Como se puede observar, estos 5 parámetros son interdependientes. De ellos partiremos para diseñar programas metodológicos que se ajusten a las posibilidades del portero. Programas que tendrán una progresión en cuanto a la complejidad del trabajo, donde será fundamental situar al portero en la “zona” propicia para su crecimiento competencial.


Para terminar este artículo descendemos de plano teórico al práctico a través de una propuesta metodológica que presentamos en el siguiente documento Anexo.









 
 
 

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